Lectura semanal
16 de Marzo - 22 de Marzo
Cita para reflexionar esta semana
“Encomienda tus obras al Señor, y tus planes tendrán éxito”.
Ofrenda de la mañana
Oh Jesús, por el Inmaculado Corazón de María
Os ofrezco mis oraciones, obras, alegrías y sufrimientos de este día
por todas las intenciones de tu Sagrado Corazón
en unión con el Santo Sacrificio de la Misa en todo el mundo,
para la salvación de las almas, la reparación de los pecados, la reunión de todos los cristianos,
y en particular por las intenciones del Santo Padre este mes.
Amén.
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Lectura de la semana
Por lo tanto, le daré un puesto entre los grandes, y repartirá el botín con los fuertes, porque derramó su vida hasta la muerte, y fue contado entre los transgresores. Cargó con el pecado de muchos, e intercedió por los pecadores.
Oración de la semana
Amado Padre que estás en el cielo, que recibamos tu Espíritu para ganar la victoria sobre nosotros mismos y sobre del mundo que nos rodea, no con nuestra brusquedad, violencia y clamor humanos, sino únicamente por medio de tu Espíritu en el nombre de Jesucristo. Ayuda a cada uno de nosotros en su situación particular. Todos sabemos que nos rodea mucha maldad, hay demasiada que debemos combatir. Pero, en el nombre de Jesús, queremos insertarnos directamente en el mundo, en cualquier sufrimiento destinado a nosotros, en medio de la maldad que todavía no ha sido vencida. En el nombre de Jesús avanzamos hacia la gran victoria, que llegará cuando todos los que gozan de tu alegría, te alabarán de todo corazón, oh Padre celestial. Amén.
Producto de la semana

Lecturas de Hoy
II Domingo de Cuaresma
Primera lectura
Génesis 15, 5-12. 17-18
En aquellos días, Dios sacó a Abram de su casa y le dijo: “Mira el cielo y cuenta las estrellas, si puedes”. Luego añadió: “Así será tu descendencia”.
Abram creyó lo que el Señor le decía y, por esa fe, el Señor lo tuvo por justo. Entonces le dijo: “Yo soy el Señor, el que te sacó de Ur, ciudad de los caldeos, para entregarte en posesión esta tierra”. Abram replicó: “Señor Dios, ¿cómo sabré que voy a poseerla?” Dios le dijo: “Tráeme una ternera, una cabra y un carnero, todos de tres años; una tórtola y un pichón”.
Tomó Abram aquellos animales, los partió por la mitad y puso las mitades una enfrente de la otra, pero no partió las aves. Pronto comenzaron los buitres a descender sobre los cadáveres y Abram los ahuyentaba.
Estando ya para ponerse el sol, Abram cayó en un profundo letargo, y un terror intenso y misterioso se apoderó de él. Cuando se puso el sol, hubo densa oscuridad y sucedió que un brasero humeante y una antorcha encendida, pasaron por entre aquellos animales partidos.
De esta manera hizo el Señor, aquel día, una alianza con Abram, diciendo:
“A tus descendientes doy esta tierra,
desde el río de Egipto
hasta el gran río Éufrates’’.
Salmo Responsorial
Salmo 26, 1. 7-8a. 8b-9abc. 13-14
R. (1a) El Señor es mi luz y mi salvación.
El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién voy a tenerle miedo?
El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién podrá hacerme temblar? R.
R. El Señor es mi luz y mi salvación.
Oye, Señor, mi voz y mis clamores
y tenme compasión;
el corazón me dice que te busque
y buscándote estoy. R.
R. El Señor es mi luz y mi salvación.
No rechaces con cólera a tu siervo,
tú eres mi único auxilio;
no me abandones ni me dejes solo,
Dios y salvador mío. R.
R. El Señor es mi luz y mi salvación.
La bondad del Señor espero ver
en esta misma vida.
Armate de valor y fortaleza
y en el Señor confía. R.
R. El Señor es mi luz y mi salvación.
Segunda lectura
Filipenses 3, 17–4, 1
Hermanos: Sean todos ustedes imitadores míos y observen la conducta de aquellos que siguen el ejemplo que les he dado a ustedes. Porque, como muchas veces se lo he dicho a ustedes, y ahora se lo repito llorando, hay muchos que viven como enemigos de la cruz de Cristo. Esos tales acabarán en la perdición, porque su dios es el vientre, se enorgullecen de lo que deberían avergonzarse y sólo piensan en cosas de la tierra.
Nosotros, en cambio, somos ciudadanos del cielo, de donde esperamos que venga nuestro Salvador, Jesucristo. Él transformará nuestro cuerpo miserable en un cuerpo glorioso, semejante al suyo, en virtud del poder que tiene para someter a su dominio todas las cosas.
Hermanos míos, a quienes tanto quiero y extraño: ustedes, hermanos míos amadísimos, que son mi alegría y mi corona, manténganse fieles al Señor.
Aclamación antes del Evangelio
Cf Mateo 17,5
R. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
En el esplendor de la nube se oyó la voz del Padre, que decía:
“Éste es mi Hijo amado; escúchenlo”.
R. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Evangelio
Lucas 9, 28b-36
En aquel tiempo, Jesús se hizo acompañar de Pedro, Santiago y Juan, y subió a un monte para hacer oración. Mientras oraba, su rostro cambió de aspecto y sus vestiduras se hicieron blancas y relampagueantes. De pronto aparecieron conversando con él dos personajes, rodeados de esplendor: eran Moisés y Elías. Y hablaban de la muerte que le esperaba en Jerusalén.
Pedro y sus compañeros estaban rendidos de sueño; pero, despertándose, vieron la gloria de Jesús y de los que estaban con él. Cuando éstos se retiraban, Pedro le dijo a Jesús: “Maestro, sería bueno que nos quedáramos aquí y que hiciéramos tres chozas: una para ti, una para Moisés y otra para Elías”, sin saber lo que decía.
No había terminado de hablar, cuando se formó una nube que los cubrió; y ellos, al verse envueltos por la nube, se llenaron de miedo. De la nube salió una voz que decía: “Éste es mi Hijo, mi escogido; escúchenlo”. Cuando cesó la voz, se quedó Jesús solo.
Los discípulos guardaron silencio y por entonces no dijeron a nadie nada de lo que habían visto.